miércoles, 8 de abril de 2009

ARTE / pintura viva




Felice Varini es un artista que ha intentado llevar al extremo la idea de una pintura que exista por sí misma, independiente del artista y el observador. Para esto, se ha servido de la arquitectura y de los espacios abiertos, a los que les encomienda una responsabilidad considerablemente mayor que la de oficiarlas de mero soporte: el lugar preexistente en el que toman forma las pinturas de Varini pasa a ser parte de la esencia de las mismas. Y es que Varini en cada entrevista que le hacen repite que su trabajo no consiste en ilusiones ópticas, sino más bien en buscar las posibilidades profundas de la abstracción de una pintura, cosa que ocurre desde cualquier lugar que ésta sea observada. Ya han pasado más de treinta años desde que Varini dio con la idea, treinta años de acumulación de premios, exposiciones en todo el mundo y publicaciones en libros y revistas, y la obra, pese a ser sostenida siempre por la misma idea básica, sigue impactando a los observadores que les toca habitarla. Se trata de un experimento con el espacio, un acto de fricción entre bidimensionalidad y tridimensionalidad, que pone en juego coordinado a las artes arquitectónicas y pictóricas.

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